‘Los Tres Panteones’ leyenda de San Buena

‘Los Tres Panteones’ leyenda de San Buena

 

GABRIEL ÁNGELES / REPORTERO

SAN BUENAVENTURA, COAH.- Corría el año de 1750, en un hermoso lugar de San Buenaventura, en una hacienda llamada “Sardinas”, donde un joven de 17 años, hijo del patrón Nicanor Rodríguez, llamado Fortino, realizaba las tareas diarias de la Hacienda, Cuando su padre Nicanor, le encomienda ir a traer unos caballos y potros al pueblo de Nadadores, haciendo caso de ello, Fortino, ensilla su caballo y le dice a sus peones que lo acompañen, y un día por la mañana, salen con ese destino.

Tras galopar varias horas, llegan al río San Buenaventura, un lugar para descansar y dar de beber a los bridones, al bajar los peones y Fortino, del caballo, escuchan una sensacional voz femenina, que invita a los presentes a fisgonear por el lecho del río, y cuál fue su sorpresa, que al ver entre las aguas ricas y transparentes, un gran vestido ligero de seda y dentro de él, una mujer con una piel suave y delicada, que dejó los boquiabiertos, Fortino, al ver esa figura, queda atónito y embellecido, cuando esa bella mujer, se da cuenta de que es observada, sale del rio y se cubre con un gran vestido francés y cruza su mirada con Fortino, el cual expresa:

"no le haremos daño señorita, solo tomamos agua y hacemos beber a los caballos"; y ella responde: "se encuentran invadiendo tierras de la hacienda de Santa Gertrudis, y mi padre, Jesús Ayala, no dudara en llenarlos de plomo, es mejor que se retiren".

Pero entre el brillo de sus ojos de ambos ocurrió un hecho muy especial, ese brillo de ella y de él, se reflejaba en el agua del río, que vislumbraba millones de veces, el mismo brillo de los ojos de esas almas.

Fortino: venimos de la hacienda de Sardinas, mi padre es Nicanor Rodríguez y le pido mil disculpas por este hecho inesperado, ¿me podría decir con quien palabro?

Ella le responde: soy Eduviges Ayala, y con un tono más calmado le comenta: si quieren alimento para los cuacos y para ustedes, pueden pasar a unas pocas leguas con el cura de la misión de Santa Rosa de Los Nadadores, digan que van de parte mía y serán bien atendidos.

Y les recomiendo no pasar por estas tierras, porque mi padre les disparara, Fortino y sus peones se despiden de ella, pero desde ese momento, Fortino tiene una idea en mente, casarse con ella.

Mientras tanto Eduviges, piensa en esa mirada masculina que la invita a enamorarse perdidamente, pero piensa que su amor es imposible, porque el joven le calculaba una edad menor a 20 años y ella con 30 años, no pensaba en el matrimonio, ya que sus padres, le decían que ella se casaría cuando sus padres fallecieran, estaba condenada a servir a sus padres.

Fortino, llega a Nadadores y el señor y capataz, Lucio Vidales, le comenta que los caballos los tendría listos para otro día por la tarde, y que les dará posada en su hacienda, y mientras tanto, él se dirige a la misión de Santa Rosa de Los Nadadores, a tratar de investigar más sobre la bella Eduviges, al llegar a la misión, es bien recibido por unas mujeres que le invitan a cenar unas deliciosas y blancas tortillas de trigo, con salsa de molcajete y abundantes frijoles bien sazonados.

Y cuál es su sorpresa, que una de esas mujeres es Eduviges, quien en su rostro muestra una alegría inmensa al ver a Fortino, y este de igual manera corresponde a tanta alegría.

Él le comenta que nunca antes había visto una mujer como ella, y que le encantaría casarse, ella accede a esa petición, pero el obstáculo serían los padres de ella, entonces, él le comenta que conoce la sierra y que en ella serían felices, ambos, sin tardanza alguna, inician su recorrido a la sierra mojada, en busca de su felicidad. Cuando Don Jesús Ayala, se entera, manda buscarlos por toda la serranía, y para lo cual pone una recompensa de 100 reales en monedas de oro, a quien traiga a Fortino, vivo o muerto, este hecho da inicio a una guerra entre las haciendas de Santa Gertrudis y la hacienda Sardinas.

Pasan unos años y muere Don Jesús Ayala, quien deja de última voluntad a su hijo José, el de matar a Fortino y encerrar por lo que resta de su vida a su hija, la bella Eduviges.

Cuando Fortino, se entera de la muerte de Don Jesús, le pide a Eduviges, que regresen a la hacienda de las Sardinas, y ella le comenta que su hijo Lucas, tiene una vida al estilo kikapoo, ya que ellos en estos años, vivieron con la tribu kikapoo, con el gran jefe makaeoutonuda.

Días después Fortino, convence a Eduviges, a regresar con su hijo Lucas, que era lo que más querían ellos, y querían ofrecerle una vida mejor fuera de la serranía.

Cuando llegan a la hacienda Sardinas, ellos son bienvenidos por su padre y ya abuelo Nicanor Rodríguez. Cuando José, se entera del hecho, la rabia y la sed de venganza lo invaden, e inmediatamente prepara a unos hombres y se dirigen a la hacienda Sardinas, con el fin de matar a Fortino y regresar a Eduviges a la hacienda de Santa Gertrudis.

Al llegar a la hacienda de Sardinas, empieza el tiroteo, que agarra de sorpresa a todas las personas de la hacienda y entre balas, una de ellas da en el pecho del adorado hijo Lucas, quien inmediatamente cae dejando la vida y pasando a la mejor.

El tiroteo, es repelido inmediatamente y los hombres de la hacienda de Sardinas, acaban con José y su gente, al siguiente día, con el dolor que acaba a los padres se le da cristiana sepultura al hijo Lucas, y es enterrado en el primer panteón de San Buenaventura, ubicado en la calle de Ocampo y Reforma, debajo de la Escuela Primaria “Lucio Blanco”, ahí yace el pequeño Lucas.

Cuando Fortino y Eduviges, están más tranquilos, optan por casarse en la iglesia de Santa Rosa de Los Nadadores, y el día de la boda, Eduviges, se encuentra triste por que recuerda al pequeño Lucas.

Ese día de la boda, el festejo se llevaría a cabo en un lugar cerca del pueblo de San Buenaventura, en el molino de los Tomae, se preparaba una gran boda con muchos invitados, cuando Eduviges y Fortino, llegan ya casados al lugar del festejo, se encuentra el primo de Eduviges “el guino”, quien con un revolver en la mano, apunta a Fortino y al momento del disparo, le grita que la bella Eduviges, es solo para él, cuando truena el fusil, Eduviges, corre y abraza a Fortino, y es ella quien recibe la bola de plomo en su espalda, otros caballeros invitados, toman al primo “el guino” y lo detienen.

Al siguiente día, después de la boda, se da el funeral de la bella Eduviges, pero por no tener una vida cristiana dentro de la misión de Santa Rosa de Los Nadadores, no se le permite a Fortino, que se entierre a ella con su hijo Lucas a quien tanto amaba; en el primer panteón. Así que es enterrada en el segundo panteón de San Buena que se localiza en lo que actualmente (2015) es el campo de futbol la curva, frente a la saca de Bucarelli. Al lado de la carretera que se dirige a Monclova.

Posteriormente se dice que Fortino, muere de tristeza, al perder a los seres que tanto amo, y su padre Nicanor Rodríguez, da fe de la muerte de Fortino, quien es enterrado con su amada Eduviges, en el segundo panteón de San Buenaventura, esto ocurrió a mediados de 1800, a principios de 1900, se crea el tercer panteón de San Buenaventura, “el Refugio”, a donde algunos restos del segundo panteón fueron llevados.

Se piensa que al tercer panteón, se llevaron los restos de Fortino, si es verdad, o no, actualmente ocurre un hecho que algunas personas han visto, han sentido, consciente o sub conscientemente, una luz que sale del primer panteón, otra del segundo y una tercera del tercer panteón, Lucas, Eduviges y Fortino; que se juntan a la salida de San Buenaventura , por la carretera a San Blas, y esas luces se pierden entre la sierra, tierra de San Buenaventura, Tierra kikapoo.

‘Los Tres Panteones’ leyenda de San Buena
‘Los Tres Panteones’ leyenda de San Buena 〉 🖼️

Noticias del tema


    ¿Te gustó la nota? comparte

    Síguenos en Google News


    Reacciones

    NOTAS RELACIONADAS

    El clima en Monclova

    Tendencia

    Noticias más leídas

    noticias más leídas

    Noticias recientes

    noticias recientes

    Es tendencia

      Te puede interesar

      ‘Los Tres Panteones’ leyenda de San Buena