‘Tenia 17 años, cuando me lo arrebataron, dejó un hueco enorme en nuestros corazones, sus hermanos de 22 y 12 años de edad, han sufrido mucho’
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AZUCENA TENORIO/REPORTERA
“De tenerlo aquí conmigo, volvería a abrazarlo y besarlo por el tiempo que la vida me lo arrebató”, expresó entre lágrimas Paula Garanzuay al recordar el cuarto aniversario de la muerte de su hijo Julián, a quien siempre le ha dedicado cartas por este medio.
Fue el 21 de julio que Julián Chávez Garanzuay perdió la vida a manos de un desconocido, quien está detenido por otros delitos, pero sin justicia del accidente. Tenía 17 años de edad y apenas había estrenado su motocicleta, que con tanto esfuerzo logró comprarse mientras trabajaba en una agencia de autos.
Desde julio hasta diciembre, Paula acudió al Ministerio Público para hacerle justicia a su hijo, pero el delegado de entonces, Rivera Bravo, sólo agachaba la cabeza cuando les lloraba y gritaba, le hicieran caso.
“No hubo alguien que no me acompañara en mi dolor, yo ya perdí a mis padres, a todos mis hermanos y hasta me dio un infarto antes de perder a Julián, me ha pasado de todo, pero nunca hubo algo más doloroso”, dijo.
Desde pequeño fue muy trabajador y cumplido, logró ser “cerillito” en la Central de Dulces, sus papás iban a dejarlo y los recogían, seguros que estaría trabajando y no andaría de callejero, fue un orgullo para la familia pues muchas veces vivían de lo que ganaba.
En cuanto le pagaban, le entregaba el dinero a su mamá sin falta y su sueño era cumplir los 18 años para trabajar en la empresa más grande Monclova, Altos Hornos de México (AHMSA).
Han sido cuatro largos y difíciles años para toda la familia, el hueco que dejó no se remedia con nada, sus otros hijos, Omar Alejandro de 22 y Adrián Emiliano de 12 años sufrieron mucho. Los hermanos respondían al dolor destruyendo cosas y del coraje golpeaban objetos.
El menor aún no entiende porqué se murió su hermano y otros familiares, es difícil tratar de digerir cómo funciona la muerte y la existencia del ser humano en la tierra.
“Son cosas que no se espera uno, nos arruinaron la vida de la noche a la mañana y es lo peor que le puede pasar a un padre, perder un hijo. Hay otras mamás que están peor, no tienen dónde llorarles porque jamás han sabido de ellos”, dijo.
Pidió a las madres de ahora, cuidar a sus hijos y siempre darles la bendición porque no se sabe cuándo volverán o si volverán a ellas. No dejar de atenderlos y apoyarlos en todo momento.